Se esperaba algo más de la visita del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a Barcelona. En una jornada lluviosa, con las gaviotas del Puerto revoloteando alrededor del Hotel Gran Marina, ha llegado Rajoy con más de media hora de retraso a un acto de consumo interno del PP y exclusivo para sus fieles. En la sala, 700 sillas que se quedaron cortas para sentar a los asistentes.
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