Si hay teléfonos inteligentes, relojes inteligentes, coches inteligentes, incluso aulas inteligentes, ¿cómo no iba a haber bombillas más listas que nadie? Era cuestión de tiempo. Consulte aquí la nueva edición de la revista elEconomista Tecnología.Partimos de una premisa sencilla: en un mismo edificio de oficinas de una compañía trabajan empleados jóvenes recién salidos de la universidad y otros al borde de la jubilación. Hay quienes disfrutan de ventanas soleadas buena parte del día y quienes pasan la jornada en cubículos interiores.
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